sábado, julio 4

UN HIJO EN MANOS DE DIOS



Antes de ser recogido por Dios me era difícil ir al hospital , mis recuerdos estaban ; asociados a recuerdos duros de cuando mi madre estuvo a punto de morir un par de veces. al ingresar a este lugar de inmediato me sentía enfermo , al principio no sabia de que ; pero me bastaba mirar a un herido de la pierna para que me doliera la pierna , para luego pasar por todas y cada una de las enfermedades que veía en los pasadizos o incluso las enfermedades que sospechaba, creo que hasta me dolía el útero cuando pasaba por ginecología. en circunstancias así era muy sencillo que yo acepte que las mujeres son mas fuertes que los hombres .
Ya han pasado varios años de aquellos recuerdos y también algunos desde que Dios me acogió en su hogar; meses atrás conversando con un hermano supimos que estábamos siendo negligentes, egoístas e ingratos al no hacer el mandato de nuestro Señor cuando el nos dice que visitemos a los enfermos, entonces sentimos que nuestro llamado era el hospital del Niño.
El primer día fue una mezcla de sentimientos , desde nuestra llegada ver allí en las puertas del hospital vendiendo juguetitos para animar a los pequeños hacia que nuestro corazón se estremeciera , mientras que una lágrima indiscreta se nos escapaba, aceleramos el paso y llegamos a la entrada indicada pues ni aun eso sabíamos , al ingresar solo podíamos ver en los rostros de nuestros hijos en aquellos pequeños enfermos , sus zapa titos , sus manitos , su voz dolorida , su necesidad de cuidado, todo eso se hacia un hondo dolor, teníamos que apresurarnos y llevar a Jesús a ese lugar,la primera persona con quien compartimos estaba desolada e intentaba acercarse a Dios en la capilla del hospital, su pequeña tenia un tumor en la cabeza y a penas tenia dos años,para alcanzar a esta mama tuvimos que se violentos y acercarnos a cualquier costo a ella, gracias a Dios ella estaba dispuesta a abrir su corazón y oramos con ella.
Desde aquel día hemos intentando ir regularmente al hospital , primero enfocamos nuestros esfuerzos al pabellón de quemados y luego hemos intentando alcanzar todos los demás pabellones ,Dios en su infinito amor me concedió una novia que se ha convertido en una ayuda idónea en las tareas de El, pues cuando no ha podido ir mi hermano , ella siempre ha estado conmigo ayudando a orar y compartir con mas madres y padres .
Una de las cosas mas difícil es lidiar con la muerte de un pequeño . no creo que se pueda describir el dolo de una madre al perder a aquel tierno pequeño que prodigo cuidados,abrazos y mimos. decirle adiós a un ser querido es muy triste y no puedo imaginar como es decirle adiós a un hijo. Solo Dios puede saber eso pues el sabe que es que un hijo muera .
Decir palabras en un momento así es sumamente complicado , ¿ que palabras decir ?
sino es Dios quien ha de hablar es mejor quedarse bien callado y solo orar para que le de las fuerzas necesarias para superar una situación tan dura .
Aquí también los hijos de Dios pueden contar con ese brazo poderoso para sostenerlos y aquella fuerza de su Espíritu; pero aquellos que no son sus hijos ¿ donde podrán sostenerse ?
DL Moody escribió un sermón en el cual habla de la muerte pienso que estas palabras pueden ser de gran animo y consuelo a aquellas personas que han pasado por dolores semejantes aquí lo comparto

Recuerdo la primera vez que fui llamado para hablar fuera de Chicago. Fui invitado a ir a Indiana. Un caballero me encontró en la estación. Me llevó hasta su casa. Ese era un día de verano muy caluroso. Las persianas estaban cerradas para mantener fuera las moscas y el calor. Él dijo que su esposa estaba ocupada preparando algo para agasajar a algunos amigos; y que él quería ser excusado. Él me dejó en esa oscura habitación. Yo no podía leer, y me puse muy inquieto. Pensaba si él tenía algunos niños, yo salí bajo los árboles, y entonces le pregunté: "¿Tiene usted algunos hijos?" Él dijo: "Sí, tengo una"; y luego dudó, y continuó, "ella no está aquí, mi única hija está en el cielo. Estoy contento de que esté allí." "¿Está contento de que su única hija se haya ido?", exclamé. "Sí", dijo él; pero hubo un tiempo cuando yo no podía decir eso". "¿Había algo malo con su niña? ¿Estaba sana y bien mientras vivía?" "Sí".

Y él tomó un antiguo daguerrotipo, [una especie de fotografía], y la niña lucía tan bella como cualquier niña que yo hubiera visto alguna vez. Pasándome el retrato él dijo: "Esta es una correcta representación de mi hija". "¿Qué edad tenía cuando fue llevada? ¿Podría decirme?" Él respondió: "Sr. Moody, cuando esa niña vivía yo la adoraba; ella era el ídolo de mi corazón. Yo nunca fui a la iglesia. Yo no podía haber tenido ningún pensamiento serio acerca del estado futuro. Cada noche podía salir de mi trabajo, iba a cabalgar con ella, o a caminar con ella. Mi vida se centraba en esa niña; era el ídolo de mi corazón. "Un día volví a casa y ella estaba enferma, no presté atención a esto. Oh, señor, en unos pocos días había partido. Ella se derritió como un copo de nieve. Y acusé a Dios de ser injusto. Yo habría sacado a Dios de su trono. Por tres días y noches estuve sin dormir. Rehusé comer, beber o dormir. La enterré. Y cuando volvía a casa, mi hogar y mi corazón estaban tan oscuros como la tumba. Yo había perdido mi niña. ¿Sabe cuán desolado está el hogar cuando algunos miembros de éste han partido?"

Mientras caminaba en su cuarto de un lado al otro, él me dijo que había oído una voz, y creyó que era su niña llamándole. "Pero no, esa voz había sido silenciada en la muerte", dijo él, "y no podía oírla nunca". Entonces pensó que oyó pasos viniendo; y murmuró,: "No, nunca oiré el sonido de sus pasos otra vez." Hasta ese momento, él me dijo, no había llorado. Su agonía había sido tan grande que no podía llorar. Entonces cedió. Y, dijo: "Supongo que fue un sueño, pero siempre me pareció como una visión que Dios me había dado; una visión del cielo. Estaba dormido en mi cama, y soñé que estaba cruzando un campo, abandonado, desértico y triste. Llegué hasta un río. Éste lucía tan oscuro, tan frío y tan triste que me retiré de la orilla. Justo al otro lado del río, vi la más hermosa tierra sobre la que mis ojos alguna vez hubieran descansado. Permanecí allí, contemplando esa tierra, y dije: '¡Oh, cuán hermosa y clara!'

Pensé que la enfermedad y la muerte nunca entraron en esa tierra. Me gustaría estar en una tierra donde la Muerte no pudiera llegar, donde no hubiera separación y donde el partir fuera desconocido. Mientras permanezco allí, contemplando esa tierra de ensueño, veo seres, todos de apariencia tan joven y tan feliz. Cuando los contemplaba, fue mi gozo y delicia ver entre ese número a mi propia niña querida, y ella vino corriendo y agitando su pequeña mano, y dijo: '¡Papá! Ven directamente por este camino. ¡Es hermoso aquí!'

Entonces bajé a la orilla, y pensé en zambullirme en ese río. Traté de encontrar un puente, pero no había ninguno a la vista. Caminé de un extremo a otro de la orilla, pero no pude encontrar un barquero. Finalmente una voz vino a mí por sobre el agua: '¡Papá, ven directamente por este camino; es hermoso aquí!'

Mientras estaba caminado de un extremo al otro de la orilla, oí otra Voz diciendo: 'Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.' La Voz me despertó de mi sueño.

Me desperté esa noche e hice mi primera oración, y exclamé a Dios que me perdonara y me salvara. Y Dios me salvó esa noche. Yo no veo más a mi niña como perdida, sino como viviendo en la gloria, y cada día puedo verla llamándome e invitándome hacia el cielo. Mi vida ha sido muy exitosa. He sido Superintendente de la Escuela Dominical durante ocho años. Cientos se han convertido en esa Escuela Dominical, y nosotros lo hemos hecho venir a usted y esperamos que habrá algún fruto."

¿Estoy hablando a madres, hoy aquí, cuyos hijos han partido? Si aquellos niños pudieran volver de aquel mundo de luz, dirían: "¡Madre! ¡Ven por este camino!" ¿No estoy hablando a padres, hoy aquí, cuyos niños han cruzado el río? No creo que haya un hombre o mujer en el Templo Tremont que no tenga alguno - podría ser una madre santificada ida. ¿No está ella llamándolos lejos de este mundo de pecado, aflicción, desgracia y miseria? Nosotros hemos tenido un Hermano Mayor. Hace mil novecientos años, el Hijo de Dios cruzó el río. ¡Pueda Dios ayudarlo a acudir a Él hoy!


Dios ayúdanos ! para llevar a tu Hijo con el amor que tu nos los diste a lugares donde el enemigo ha hecho su cuartel .

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